Panorámica de la parroquia de Santa Catalina durante la misa solemne al patrón                                Foto: GACETA

         Aurelio Maroto

         La solemne misa al Santiago Apóstol, y la posterior procesión, marcaron la jornada del viernes 25 de julio, día grande de la feria. A mediodía se celebró la tradicional eucaristía en una abarrotada parroquia de Santa Catalina. Concelebraron el párroco anfitrión, Benjamín Rey, y su homólogo de San Juan Bautista de la Concepción, Manuel Infante. En las primeras filas de bancos se situaban, a un lado las autoridades, encabezadas por el alcalde, Luis Díaz-Cacho, y al otro los directivos de la Hermandad de Santiago, como organizadora. Detrás, una amplia representación de cofradías y hermandades de la localidad, que participaron activamente durante el ofertorio.

         En la homilía, Benjamín Rey explicó las virtudes del Apóstol como intercesor y como modelo de vida. Por un lado, habló de Santiago como una de las columnas sobre las que se asienta el recio edificio de la fe. “Tenemos que pedirle que interceda por nuestro país y por la comunión entre las Comunidades Autónomas de nuestro territorio”, en lo que pareció una incursión política del oficiante al problema de los nacionalismos “¡qué importante es eso y qué mal cuando las cosas se rompen; los cristianos debemos ser el pegamento como causa de unión y no de división!” –declaró-.

         Por otra parte, el párroco habló de Santiago como modelo de vida, como refleja su imagen peregrina. Se preguntó si es que no nos acercamos más a él “por el humo del bofafumeiro”, es decir, por la fiesta”. Recordó que aquí está Santiago, “alentando el camino de los peregrinos y trasmitiendo la alegría de vivir la fe”.

         La misa fue animada por el coro residente de la parroquia y contó con la poesía de Julián Mateos de la Higuera como epílogo.

         Al término de la ceremonia religiosa arrancó la procesión en honor al patrón de La Solana. A pesar del calor, una muchedumbre siguió el desfile por las aceras del recorrido, que partió desde el pórtico norte de Santa Catalina.

         Abrían el desfile las distintas hermandades y cofradías solaneras, seguidos por la Banda Municipal de Música. A continuación caminaban los hermanos de Santiago, ataviados con camisa blanca y escarapela, precediendo a los niños, que cubrían sus espaldas con capa blanca. La carroza del patrón llegaba después, a hombros de sus portadores. El clero y las autoridades cerraban el desfile procesional, cuya principal novedad fue la subida de la carroza sobre los brazos de los portadores en su reentrada al templo parroquial.