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Las rebajas de verano tampoco atraen al público

         Aurelio Maroto

         Tiendas vacías y estanterías llenas esperando al cliente que no llega. Así viven, o mejor dicho, así malviven los comercios solaneros, impotentes ante una crisis que parece no tener fin. Naturalmente, hay de todo, y no faltará quien le siga yendo bien, según que gremio, pero el ambiente general es de depresión, tanto de mente como de bolsillo.

         Radio Horizonte ha hablado con la Asociación del Pequeño Comercio. Su vicepresidente es Paco Prieto, un veterano del mostrador que lleva toda su vida vendiendo ropa junto a su hermano Ramón, en Confecciones Prieto, arquetipo de comercio tradicional en La Solana. En plenas rebajas de verano, su sensación no puede ser más pesimista “antes llegaba esta fecha y se notaba una alegría que ya no se ve; la verdad, no tenemos muchas expectativas de venta”.

         La crisis hace mella, y cada vez más. Asegura que llevan dos años en caída libre por una razón la mar de sencilla: no hay consumo. La gente no se rasca sus bolsillos por que no puede o por que no quiere, vaya usted a saber. Pero este último año se lleva la palma “es la temporada más floja que recuerdo”. Y no tiene reparos en poner cifras “el año pasado bajamos un 25 o un 30 por ciento, pero este nos acercamos al 50 por ciento”. Como vicepresidente de la asociación, sabe que el bajón es general. Nada que ver con la crisis de principios de los noventa “que va, esta es mucho peor”.

         La cuestión es que el cliente ya no renueva su vestuario como antes, a pesar de que la oferta es la misma, o incluso más “la mayoría busca una camisa, una blusa, o un complemento para el vestido o el traje, pero no un vestido o un traje nuevo”. En vísperas de las fiestas, Prieto recuerda cómo antes “llegaba la feria y se vendía mucho”. Ahora, el que compraba tres prendas se conforma con una o dos, y el que compraba dos se queda con una, o rebusca en su armario algo del año pasado”. Eso sí, las bodas o ceremonias así van por libre “ahí la gente repara menos en gastos”.

         La caída en las ventas trae consigo una rebaja de precios. A la bajada de clientes se une el aumento de la competencia. Eso acarrea menos margen de beneficios, que no es paralelo a la reducción de la oferta “seguimos teniendo la misma variedad de siempre, sino más”. O sea, el cliente es igual de exigente aunque compre menos “la gente entra en busca de una prenda determinada, y si no la tienes se marcha, así que es mejor tenerla”.

         Paco Prieto admite que la moda de irse a comprar fuera de la localidad hace daño al pequeño comercio, aunque prefiere ser comprensivo “es normal que la gente quiera salir y entrar y comprar donde quiera”. Sin embargo, insiste en que es eso, una moda “en La Solana tenemos ropa de todo tipo y muchos comercios donde encuentras de todo, además no gastas en gasolina”.

         La realidad última es que el comercio solanero, en particular el textil, vive un momento difícil, una especie de sarampión del que no sabe cuándo ni cómo se curará, si se cura. Como avezado dependiente, Prieto reconoce que no todo el mundo puede sobrevivir mucho tiempo así “hay que tener la espalda muy ancha para aguantar este chaparrón”. Es menester que la tormenta amaine. Entre tanto, mejor apañarse con lo que tenemos en casa antes que buscarlo a un puñado de kilómetros. A todos nos va.

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