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El doctor Lara y su ayudante perfectamente equipados durante un tratamiento    Foto: GACETA

Gabriel Jaime

Embotados con unas indumentarias más propias de la NASA, la nueva imagen de los dentistas se puede asemejar a las de los astronautas. Las clínicas dentales reabren sus negocios con nuevos protocolos sanitarios para garantizar una perfecta asepsia. La vuelta a la normalidad de estas empresas, al igual que para la mayoría, tampoco está siendo fácil ni económica. La pandemia de Covid-19 ha implementado ceremoniosos procesos de trabajo con una desinfección continua como denominador común que también afecta a los ingresos.

El doctor odontólogo Francisco Javier Lara Jiménez ha declarado a la emisora municipal Radio Horizonte que “el lugar donde no van a coger el coronavirus es precisamente en una clínica dental porque las medidas son realmente extremas”. De esta manera, quiso mandar un mensaje de tranquilidad y confianza, recalcando que el instrumental rotatorio se esteriliza constantemente y que otros muchos materiales son de un solo uso.

“Debemos garantizar la protección de los pacientes y de los empleados” argumentó, pidiendo total sinceridad a todos los que vayan a recibir tratamiento en la clínica “tienen que decirnos la verdad sobre si tienen o han padecido síntomas del coronavirus porque pueden poner en riesgo a otras personas”. Lara señaló que “ninguna persona se va a quedar sin atender aunque esté infectada, sólo deben comunicarlo para llevar a cabo una atención especializada, con una protección adecuada y un horario determinado”. Todo el personal profesional también ha pasado los correspondientes test antes de empezar a trabajar.

Protocolo de las tres T

El nuevo protocolo de actuación es muy exigente y requiere que se cumplan las pautas de las tres T: triaje, temperatura y tiempo. En el primer apartado, se evalúan las prioridades de atención de acuerdo con las necesidades terapéuticas y los recursos disponibles. Una vez en consulta, se toma la temperatura al paciente y se le dedica todo el tiempo que sea menester de forma exclusiva.

Se debe acudir a la clínica provisto de guantes y mascarillas, instándoles a que sean muy puntuales para evitar en lo posible la sala de espera. Y nada de collares, sortijas, o maquillajes “cuantos menos objetos mejor para evitar todo lo posible el virus”. A la entrada, se entregan unos patucos de plástico para los zapatos y se desinfectan las manos con gel hidroalcohólico. Tras la toma de temperatura, otro rito añadido “hacemos una desinfección de boca, garganta y nariz con agua oxigenada reducida, además de trabajar con diques (una especie de aislamiento para cada pieza que se va a tratar) porque se producen menos aerosoles”.

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Se han extremado las medidas de precaución para garantizar la asepsia    Foto: GACETA

Los EPIS que usan son también una auténtica parafernalia. Utilizan protección quirúrgica que incluye gorro, doble guante, doble mascarilla, una pantalla, bata impermeable, calzas e incluso unas lupas. Lara reconoce “estamos ocho horas así en horario intensivo y hay días que no paro a comer con tal de no quitarme y ponerme tantas cosas”. Vigilan celosamente su protección y la de los pacientes, trabajando actualmente en jornada continua para favorecer la desinfección integral diaria.

El dentista también admite que ha sido muy difícil adaptarse a la nueva normalidad. Durante los dos meses de confinamiento sólo trabajaron urgencias de pacientes con dolor, infección o traumatismos, evitando el contacto físico en todo lo posible. En ese tiempo “donamos el material que teníamos (guantes, mascarillas, etc) a Centros de Salud y luego nos costó mucho encontrar nuevos utensilios porque al principio sólo servían a instituciones oficiales”, según señaló.

Los ingresos también se resienten

La implementación de estas nuevas medidas sanitarias también hacen merma en la facturación “la espera fue dura desde el punto de vista empresarial porque fueron dos meses de gastos sin ningún tipo de ingresos y con estos protocolos no se cubren costes, pero al menos damos servicio a nuestros pacientes”, indicó.

Durante el compás de espera, algunas dolencias se han agravado “hemos encontrado algunos empastes leves que se han complicado o gente sin prótesis que ha tenido problemas para comer al estar cerrados los laboratorios”. En todo caso, piensa que la gente está siendo muy disciplinada y se está amoldando bien a estos tiempos “esperamos que se vaya moderando esta situación y se acostumbren a esta nueva normalidad”, concluyó.

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