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Luis Díaz-Cacho junto a Luis Romero de Ávila en la rueda de prensa de despedida

             Aurelio Maroto

            Luis Díaz-Cacho (La Solana, 1963) ya prepara las maletas. La vorágine de la política le ha decidido a coger un tren que pasaba a toda velocidad. Dirección Madrid. Apenas dos años después de iniciar la legislatura, pero con ocho más a sus espaldas como titular de la alcaldía de La Solana, ha decidido que es el momento. Y la ocasión la pintan calva. Isabel Rodríguez, ministra de Política Territorial, le ha puesto en la boca un caramelo demasiado goloso: el municipalismo.

Veinticuatro horas después de saltar la noticia de su marcha, el todavía alcalde convocó a los medios para despedirse formalmente - oficialmente lo hará este lunes-. Ante una nube de micros emergió el Luis Díaz-Cacho más emotivo. Admitió ser un día muy difícil para él. “Estoy viviendo una situación vertiginosa, pero mi decisión es firme y meditada”, manifestó. Dijo sentirse desbordado por la confianza que la ministra ha depositado en él. “Tengo que agradecer a mi querida amiga Isabel Rodríguez las esperanzas que tiene en mí”. No ocultó que le seduce el trabajo que desarrollará. “Si hay un espacio donde me muevo a gusto es en lo local, en lo municipal; creo en las posibilidades del medio rural porque no hay gestión más cercana y directa”. “Voy a Madrid a servir, a aprender y a aportar mi experiencia”. Ahora –añadió- “se abre un nuevo tiempo, que se ramifica en múltiples oportunidades para La Solana y en un nuevo reto para mí”.

En el capítulo de agradecimientos, empezó por el pilar más básico de su vida: la familia. “Soy lo que soy porque siempre he contado con el respaldo de mi mujer y de mis hijos”, aunque añadió que esta decisión también se apoya en la confianza de su equipo de gobierno “y en la valentía y liderazgo de Eulalio [Díaz-Cano] para asumir esta responsabilidad”.

Gratitud

En este sentido, habló de su partido, el PSOE, y en particular de la fidelidad de la agrupación y ejecutiva locales. “Sin ellos no hubiera tenido la oportunidad de ser alcalde de mi pueblo”. También se acordó de los solaneros y solaneras, “los que me votaron y los que no me votaron, pero me respetaron”. “Me he sentido el alcalde de todos”. Al respecto, destacó la estrecha relación mantenida con el tejido asociativo de la ciudad. “He disfrutado y aprendido con ellos, defendiendo lo nuestro juntos; me he dedicado en cuerpo y alma al pueblo y a compartir sus acontecimientos”.

En cuanto a la plantilla de empleados y empleadas municipales, puso el acento en su profesionalidad, dedicación y compromiso, “sin la cual no hubiésemos superado situaciones muy difíciles; mi gratitud es eterna”. Igualmente, valoró “la paciencia” de la Corporación Municipal. “No es sencillo gestionar cuando los recursos son tan limitados; siempre he dado la cara por defender los intereses de nuestro pueblo y si me he equivocado no ha sido a propósito; nunca quise ofender a nadie a sabiendas”. “Os pido que unáis vuestras ideas por el bien general”. Sobre los equipos de gobierno que ha liderado, expresó su agradecimiento más sincero “por haber aceptado trabajar y sufrir por La Solana que amamos; todos habéis sido imprescindibles”.

Un relevo bueno para todos

Naturalmente, se dirigió en particular a Eulalio Díaz-Cano, el joven que llegó en la primavera de 2019 y se dispone a coger la vara de alcalde. Cree que está listo. Presente en la rueda de prensa, se dirigió a él directamente. “En estos más de dos años has demostrado una madurez inusual para tu edad; tienes la preparación, el ímpetu, las ganas y la juventud para propiciar un relevo generacional que vendrá bien a todos”. “Disfruta siempre con lo que hagas, y en los momentos de dificultad piensa que merece la pena el sufrimiento temporal si el resultado supone conseguir logros perdurables para nuestro querido pueblo”.

Dejó para el final, a propósito, a Luis Romero de Ávila, su escudero incansable durante estos diez años. Fue aquí cuando quebró la voz por la emoción. “Mi compañero del alma, mi hermano, la persona que me ha acompañado, me ha cuidado y protegido en este tiempo; no hay acompañante más fiel que tú”, subrayó.

La década ominosa

Entre 1823 y 1833 España vivió lo que la historia denomina ‘La década ominosa’. Luis Díaz-Cacho ha vivido la suya. Atrás queda junio de 2011, cuando aterrizó en un Ayuntamiento en ruinas. “Llegué a deber seis meses a los trabajadores y a soportar una deuda de más de 15 millones de euros”. “No ha habido paz para este alcalde”. Ahora -subrayó- la situación es completamente distinta, y explicó por qué. “Pagamos al día, tenemos más de 3 millones de euros en caja, la deuda a final de año estará por debajo de los 5 millones y hay grandes proyectos estratégicos como el parque empresarial”.

En la hora del adiós, Luis Díaz-Cacho quiso enfatizar una máxima que ha pronunciado más de una vez. “Haber sido alcalde de mi pueblo es el mayor orgullo al que podía aspirar”.

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