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Copia de Rosa don Generoso soldados

Don Generoso arenga a su 'ejército carlista' durante la representación                                                                                                         Foto: GACETA

           Aurelio Maroto

                La rosa del azafrán es garantía de éxito en la Semana de la Zarzuela. Ninguna otra ha sido capaz de llenar el teatro las dos funciones, tarde y noche. Tal vez por eso, y por su genuino sabor autóctono, firma el epílogo en cada edición del festival lírico, dejando así un sabor de boca más dulce. Este año se ha repetido la historia. El auditorio ‘Tomás Barrera’ rebosó de público en las dos escenificaciones ofrecidas por la compañía ‘Maestro Andrés Uriel’, de la ACAZ.

            La nota artística que da el público es otro cantar. Cada espectador es un mundo, aunque los aplausos suelen medir por dónde van los tiros. La representación de la tarde, la que vimos, suele ser la más difícil, toda vez que uno sale sin ‘calentar’. Por la noche, muchos desajustes en los diálogos y en los cuadros musicales mejoran ostensiblemente. Pero el público quiere lo mejor en ‘su’ función y la compañía local se afanó en dar lo mejor de sí, casi sin descanso entre una escenificación y la siguiente.

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Dos instantes dramáticos durante la 'Monda de la rosa' entre Juan Pedro y Sagrario                                                                                                  Fotos: GACETA

            Por la tarde asistimos a una buena Rosa, que fue de menos a más. En los roles principales, Juan Pedro y Sagrario, actuaron los solaneros José Manuel León y Petri Casado. El ayudaor salvó de manera correcta un papel de enorme exigencia en La Solana. Tiene planta física sobrada para ser un galán muy creíble y cada año mejora en la naturalidad como actor. También fue creciendo a medida que pasaba la obra. De hecho, brilló en el ‘solo’ final ‘Tengo una angustia de muerte’. Petri Casado estuvo sencillamente espléndida, vocalmente y en la parte dramática de su papel. Tiene gran habilidad para meterse en el papel. Su ejecución de la romanza de Sagrario fue notable.

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Dos escenas de Las espigadoras y La escalera                                                                                                                          Fotos: GACETA

            Alicia Montesquieú repitió la experiencia del año pasado. Soprano profesional y conocida actriz, es un caramelo para la compañía. El rol de Catalinilla, como tiple cómica, es un traje a medida. Ayudó a subir el nivel de la representación y se desenvolvió sin problemas con el resto de actores. Entre ellos destacan Moniquito y Carracuca, encarnados por la dupla de siempre: Luis Romero de Ávila y Julián García-Cervigón. Ambos provocaron las risas del respetable con su peculiar manera de atacar ambos personajes.

            Don Generoso sigue teniendo un único nombre propio en la compañía local: Gregorio Uriel. Lleva 28 años ininterrumpidos dando vida al quijotesco carlista. Y, por supuesto, imposible no destacar a Custodia, personaje clave para entender la trama que volvió a interpretar Petra Martín-Albo. El resto de personajes de cierto relieve, caso de Julián Herencia, Hermano Micael o Dominica, por citar algunos, también tuvieron su ratito de gloria.

            Los coros anduvieron a buen nivel. Más equilibrio que otros años en el número de hombres y mujeres, lo cual se agradece, y se nota la mano de Marieli Blanco. Sin olvidar el cuerpo de baile, que cobra especial protagonismo en las seguidillas de arranque y despedida, y en momentos cumbre como Las espigadoras.

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La ronda paseando y cantando por el patio de butacas del Tomás Barrera                                                                                                     Foto: GACETA

            Y no menos se agradecen las novedades escénicas. Es mucha la gente, sobre todo de La Solana, que repite un año sí y otro también cuando llega La rosa del azafrán. No les interesa otra zarzuela, quizás porque en realidad no les gusta el género, pero sí su Rosa. Razón de más para introducir efectos. La Ronda y Las espigadoras ‘bajaron’ al patio de butacas. José Manuel León y Alicia Montesquiu cantaban moviéndose entre el público mientras los coros rodeaban la platea. En el anfiteatro, la gente se asomaba como podía para ver el espectáculo. Un año más, la ovación más prolongada se la llevó el cuadro de Las espigadoras, por su buena ejecución y seguramente también porque es el más popular.

            También salieron las tablas de multiplicar en La escalera, con mucho protagonismo femenino en un pasacalle históricamente masculino o vimos a una Calixta de cabaret en La caza del viudo. Al término de la función, Luis Romero de Ávila admitía que este tipo de cambios son necesarios para dar frescura y dinamismo. En este sentido, destacó el trabajo escénico de Ana Lagar y María Dolores Travesedo.

            Al final hablamos con Luis Romanos. El director musical elogió la labor de esta compañía amateur, a la que lleva dirigiendo bastantes años con motivo de la Semana de la Zarzuela. “Os puedo asegurar que el prestigio de La Solana dentro de la zarzuela es grande en toda España” –declaró a la emisora municipal, Radio Horizonte-.

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