Jesús Bueno, Michel, Capelo y Almarcha, cuatro canteranos junto al vicepresidente, Pablo Díaz          Foto: GACETA

                  Aurelio Maroto

            El núcleo duro del vestuario amarillo tiene metido entre ceja y ceja quitarse una espina. Apelan a la prudencia, al trabajo semanal y al “partido a partido”, pero no ocultan que aún sangra la tarde del pasado 10 de mayo. Ese día derramaron lágrimas sobre la fresca hierba de La Moheda cuando supieron que el ascenso se había escapado, aún caliente, de las manos. Una decepción en toda regla que desean olvidar. La única manera de hacerlo es… Ya saben.

            El contraataque comienza el 30 de agosto y el At. Pedro Muñoz será el primer obstáculo a salvar. Habrá muchos más. Uno cada domingo. Pero la tropa de Ángel Izquierdo dice estar preparado para superar esta nueva “pista americana”. Parte de ese núcleo duro compareció ante la prensa para dejar clara su meta. “No juego para ser cuarto, quiero estar más arriba, lo digo claro” –opina Capelo-. El segundo capitán ve muy bien al equipo. “Las altas me gustan mucho; Chule me ha sorprendido porque no esperaba que estuviera tan en forma después de su lesión, y Sergio [Talavera] es un jugador con mucha clase; a Tore y Pitu ya los conocemos y nos van a ayudar mucho”.

            Almarcha es un “veterano” de 24 años. “Claro que duele esa espina” –admite-. Cree que la mala suerte y una plantilla algo corta fueron las claves para no ascender. “Este año tenemos más gente y eso es importante”. Michel, otro peso pesado, recuerda con cariño una temporada “que fue muy bonita”, pero tampoco olvida el cruel final. “Nos dolió mucho”. Una vez recuperada la ilusión, ve con optimismo la nueva temporada. “Tenemos una plantilla larga y bien compensada”. Por último, Jesús Bueno, bregador incansable en el medio centro, también se confesaba: “mi objetivo es el ascenso y quitarnos esa espinita”. Tres circunstancias le hacen pensar en que este año sí, “tenemos más experiencia, una gran afición y el grupo está muy unido”.