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Copia de Jugadores desolados al término del partido

La imagen de la frustración. Los jugadores se retiran entre lágrimas tras el partido de ayer                                    Foto: GACETA

         Aurelio Maroto

         A menudo, la grandeza del fútbol es paralela a su crueldad. Un puñado de goles ha separado a La Solana del sueño del ascenso. Ni siquiera un punto. Un maldito puñado de goles. De ahí una crueldad que La Moheda entera sufrió en una calurosa tarde de mayo. Los amarillos hicieron sus deberes y ganaron al Motilla (3-1), pero no hubo milagro en Carrión ni en Cuenca. Un solitario y tempranero gol del San José Obrero le sirvió para alzarse con el campeonato y subir a Tercera. El Munera, que especuló en el campo del Conquense B, empató agónicamente a cero y jugará la promoción. Frustrante a más no poder.

         Los 700 de La Moheda vieron ganar a los suyos, y también vieron su llanto sobre la hierba, una maravillosa alfombra verde sobre la que caían lágrimas de impotencia, de jugadores, de directivos y de algún que otro buen aficionado. Esta plantilla, compuesta casi en exclusiva por solaneros y alguno “medio-solanero” yacía deshecha tras una campaña durísima, en lo deportivo y en lo económico. Es imposible hacer más con menos. La limitadísima directiva presidida por Ángel Lara merece un monumento porque ha sacado leche de una alcuza. La también limitada plantilla entrenada por Ángel Izquierdo ha cuajado una temporada soberbia, abstrayéndose de las penurias monetarias del club. Detrás, una afición simplemente fantástica. Jugar en La Moheda es un caramelo para cualquier futbolista. Si encima vistes de amarillo, apaga y vámonos.

         Pero se ha muerto en la orilla. Sancho, elegido jugador más regular, ha hecho una temporada descomunal. “Seguramente ha sido mi mejor temporada y también la más frustrante”. Lo mismo opinaba Naranjo, con 29 goles en la mochila, “ha sido la temporada que más he disfrutado en mi carrera”. Al mismo nivel de satisfacción corría el desencanto. Ángel Izquierdo, el auténtico piloto de este grupo humano, sólo podía resignarse. “Hemos hecho lo máximo sin apenas recursos, por eso estoy satisfecho”. Pero no podía ocultar una profunda tristeza, sobre todo viendo como lucía La Moheda, “puedes estar seguro que este campo y esta afición darían brillo a la Tercera División”.

         El futuro es incierto. Algunos jugadores han anunciado su despedida, caso de Javi Núñez, que seguramente ha vivido como nadie sus últimos años de carrera en activo en La Solana. Otros no tienen claro si continuarán, caso de Sancho o Toni Huertas, dos estandartes. El mismo Ángel Izquierdo no sabe qué hará. Lo que sí parecen tener claro, del primero al último, es que volver a trabajar en las condiciones de esta temporada es un suicidio. “Necesitamos más gente en el club, no podemos sacar esto adelante entre cuatro o cinco” –decía el técnico, que el año pasado era presidente-.

         No deja de ser peculiar que un club sin deudas y con una afición envidiable y envidiada, tenga tantas dificultades para encontrar currantes de a pie. De momento, todo está en el aire. Queda levantarse y pensar que el fútbol acabará siendo justo con los amarillos.

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