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rafa celebracion

Rafa Cortés, un delantero al que siempre se le espera                                     Foto: Sebas Candelas

             Aurelio Maroto

            Por si alguien lo había olvidado, La Solana no tiene un depredador del área. Tiene dos. Naranjo estaba y sigue estando. Ahora, Rafa Cortés hace sonar el claxon y anuncia su llegada. Más vale tarde que nunca. El ariete solanero, tantas veces indolente, capaz de enfadar y enamorar en un instante, ha vuelto. O eso parece. Su hat-trick en Carrión, firmado en apenas media hora de inspiración, trituró al rival para allanar el camino de un triunfo vital para las aspiraciones amarillas. Y lo hizo con profusión de colores: el primero de cabeza, el segundo de oportunista y el tercero con una sutil vaselina. Es como si hubiera confirmado lo que ya avisó el domingo anterior contra el Munera, donde estuvo a punto de cortar las dos orejas y el rabo.

            Ángel Izquierdo, que no conoce a nadie cuando se trata de elegir el once titular, ha sido duro con Rafa en lo que va de temporada, haciéndole calentar mucho banquillo, pero mucho. Sin embargo, se hizo el loco cuando el delantero le afeó que lo sacara en el último minuto el día del Zona 5. Es zorro viejo y sabe que puede necesitar al ariete, díscolo a veces, pero un diamante cuando está en forma. Y parece que, por fin, está fino físicamente. Tal vez por eso olió que podía ser su día y decidió darle un puesto en el once, aún cuando Naranjo, insustituible, también estaba en él. La apuesta, valiente sin duda, le salió redonda al técnico. Rafa se encargó de que fuera así. Es menester que haya “vuelto” para quedarse.

            La victoria en Carrión, remontando con solvencia el madrugador gol de Iván (otra vez un gol tempranero), constituye un golpe de autoridad. Es un mensaje claro para los rivales, que también exhiben vértigo a las alturas, y un automensaje para los mismos jugadores. Deben darse cuenta de su potencial y, sobre todo, del enorme respeto que generan a sus rivales. Ninguno de los de arriba ha planteado partidos de ataque contra los amarillos. El Munera de hace una semana fue un buen ejemplo. La Solana impone, y La Moheda más.

            La cuestión es que esa autoestima no se convierta en autocomplacencia. Lo primero traerá el éxito, lo segundo el fracaso. Siempre que las lesiones no diezmen, La Solana tiene cada día más papeletas para, como dice Jose López, “dar un paso más”. A un punto del ascenso directo, con un calendario para nada temible (casi todos los de arriba aún tienen que pasar por La Moheda), y con una afición ávida de llegar a marzo con opciones para, con seguridad, dar aún más el do de pecho, los ingredientes están sobre la mesa. Falta alinear bien la ensalada y, eso sí, seguir apretando como posesos. No hay otra receta para soñar. Y para hacer soñar

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