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 SC aro

Un abuelo enseña a una niña cómo hacer rodar el aro              Foto: GACETA

        Aurelio Maroto

         El CEIP Sagrado Corazón se ha empeñado en rescatar su historia. Gracias a un proyecto auspiciado por la Junta, se está afanando en recopilar todo lo habido y por haber para conocer la génesis, evolución y cualquier cosa que tenga relación directa con el veterano colegio. Para ello, el profesorado ha logrado implicar a toda la comunidad educativa del centro, de modo que alumnos, padres y abuelos forman parte activa del citado proyecto.

         Este jueves se celebró una jornada muy especial. Todos los cursos pudieron participar en un mosaico de juegos populares y gastronomía tradicional que llenaron de animación, y también de recuerdos, los patios y pabellón cubierto del colegio. Una quincena de abuelos respondieron a la llamada para enseñar a los niños a qué y cómo jugaban cuando tenían su edad. De paso, rememoraron viejos tiempos y probablemente sintieron una buena dosis de nostalgia.

         En el patio de arriba se tiró la pícula, el trompo, y rodó el aro. En el arenero de abajo chocaron canicas y se lanzó tángana y bolos. Y en el polideportivo se saltó la comba, se jugó al truque, a la goma o a las contras y los alfileres. Entre tanto, se cocinaban unas ricas migas gañanas y unas estupendas viejas, ideales en tiempo de carnaval.

         Los colegiales se lo pasaron en grande, y los abuelos también. Fue una simbiosis intergeneracional de la que todos disfrutaron. Las tres profesoras encargadas, Consuelo Navarro, María Dolores Prieto y María Isabel Delgado, estaban muy satisfechas con el resultado de esta actividad, que complementa otras muchas. Consuelo hizo de portavoz ante los medios para valorar un proyecto en el que creen. “Estamos investigando la historia de nuestro colegio, sus orígenes, la fecha de fundación, y la implicación está siendo muy grande”. Agradeció el apoyo de los abuelos y del AMPA. Incluso el Cronista Oficial de la Villa, Paulino Sánchez, acudió a clase para ilustrar sobre el devenir histórico del centro.

         Considera que es una buena forma de interrelacionar edades desde el respeto y la colaboración. Además, los juegos populares suponen una irrupción algo extraña en los niños, demasiado acostumbrados a moverse en un ocio cada vez más tecnológico y virtual. Sin embargo, disfrutaron igual que lo hacían sus abuelos y no tardaron en asimilar los recovecos técnicos de cada modalidad. Como niños que son, se adaptan con rapidez a distracciones que, desde luego, maldad tenían bien poca.

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