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 Copia de Vendimia tractores cooperativa 

Tracotres esperando descargar en la cooperativa Santa Catalina                          Foto: GACETA

        Aurelio Maroto

         “Cada día que pasa es uva que se pierde”. Con ese desaliento están viviendo los agricultores solaneros la recta final de la vendimia-2013. A estas alturas, ya nadie duda que pasará a los anales de la historia por un volumen de kilos desconocido hasta ahora.

A las prisas se ha unido el miedo. Nuestros productores temen no poder colocar toda su uva en las bodegas, incapaces de absorber todo el mosto que les llega. Es ahí donde surge la gran pregunta: ¿se quedará uva sin coger?, ¿qué pasará entonces?. El nerviosismo en el gremio es un hecho y crece por momentos. Hay colas esperando descargar nunca vistas. La cooperativa Santa Catalina, por ejemplo, ha cerrado varias veces para reorganizarse. Se buscan depósitos para echar mosto donde sea, incluso fuera de la provincia. La pudrición llega y algunas uvas comienzan a fermentar incluso en el mismo majuelo. El problema es que todavía queda corte, mucho corte por delante.

Radio Horizonte ha hablado con José Díaz-Cano, veterano productor, que ha explicado muy bien lo que pasa. De entrada, no duda en calificar esta cosecha de histórica. Nunca antes hubo tanta uva. Habla de tres problemas fundamentales para una campaña que “comenzó tarde y con poco grado”.

El primero, el bajo precio, “3 pesetas no se corresponde con las expectativas de mercado; el precio justo hubiera sido 4 pesetas”. El segundo, que mediada la vendimia comenzó a haber stock en las bodegas, “veíamos que salían más kilos de los previstos y comenzamos a preocuparnos”. Y el tercer problema, y el peor de todos, la brotytis, o sea, la pudrición. “Tras las lluvias del viernes pasado ya no podemos parar, la uva tiene la piel más fina, la humedad no se va y aparece la podredumbre”. Y no sólo eso, “el azúcar está dando paso a la fermentación del fruto todavía en la misma cepa”.

José Díaz-Cano tiene claro que un hipotético cierre anticipado de las bodegas sería caótico. “Es una tragedia que un agricultor con una cuadrilla de ocho o diez vendimiadores no pueda llevar su uva”. Y no lo descarta, “queda bastante uva por coger, mucha de ella en parras, que tienen más kilos todavía”.

Entre tanto, el que más y el que menos intenta colocar sus remolques, a veces haciendo colas de muchísimas horas o incluso esperando al día siguiente para descargar. Llegados a este punto habría que preguntarse qué ha pasado y si tal exceso de producción merece una reflexión de cara a un futuro. Seguramente. “Los próximos días van a escribir la historia definitiva de esta vendimia” –concluyó-.    

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