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La Solana y Daimiel se repartieron los puntos como buenos amigos                                                      Foto: GACETA

Aurelio Maroto

La Solana: Huertas, Juande, Araque, Javi Núñez, Jose López, José Carlos, José Pedro, Capelo, Almarcha, Fran y Javi Núñez. En la segunda mitad salieron Míchel, David Sevilla y Juli.

Daimiel: Astillero, Iván, Agus, Bernal, Martínez, Naranjo, Pedrero, Dacha, Vicente, Saavedra y José Carlos. En la segunda parte entraron Dani y Alberto Pérez.

Árbitro: Monasor Blesa. Amonestó a los locales José Carlos, Rafa Cortés, Araque, Juande y Javi Núñez, y a los visitantes Astillero, Bernal y Saavedra.

Incidencias: Tarde fría y nublada en La Moheda. Unos 200 espectadores. Césped muy irregular.

Comentario: Al Daimiel le faltó creérselo. A poco que hubiera tenido un plus de ambición, probablemente habría incendiado La Moheda sin mayores problemas. Pero esa incredulidad, y la inspiración de Huertas, facilitaron que La Solana saliera indemne de la refriega.

Sobre una hierba lóbrega y pedregosa, los amarillos atascaron el carro desde el primer minuto. La pizarra de Ángel Izquierdo estalló en pedazos con un campo donde era imposible conducir. Salir con tres defensas, Araque, Juande y Javi Núñez, era un sistema valiente, pero siempre y cuando la combinación en el medio campo fuera un rayo para aprovechar la superioridad numérica en las transiciones. Sin embargo, ni el campo permitía elaborar, ni el Daimiel estaba dispuesto a permitirlo.

Los blancos arrancaron como se esperaba, o casi: Naranjo contra el mundo y una tela de araña tras de él. Durante veinte minutos el guión le funcionó a La Solana. Capelo se adueñó de la banda zurda y, a pierna cambiada, hizo un trapo a su par, especialmente a Iván, que de defensa tiene más bien poco. Pero el volante solanero no acertó en un mano a mano escorado ante Astilleros (m.6) y un centro suyo lo peinó José Pedro muy cerca del palo izquierdo (m.13).

La Solana parecía carburar. Tocaba más y llegaba a base de paciencia. Hasta que Torreca reaccionó y lo hizo todo más natural colocando a Iván como ariete, retrasando a Naranjo a la media punta y trayendo a Agus en busca de Capelo. El partido cambió bruscamente. El Daimiel soldó su tubería de penetración y encontró un filón en la arriesgada defensa local. En el minuto 24, Naranjo casi marca en un mano a mano con Huertas, y diez más tarde es Iván quien desperdicia otro duelo franco ante el meta solanero. Entre tanto, eso sí, el árbitro no ve una mano clamorosa de un defensor visitante dentro del área. Un penalti de manual.

Hasta el descanso, La Solana sufre. Sin creatividad en el medio campo, con Almarcha desbordado en la zona de enganche y José Carlos empeñado en conducir, Jose López reculó y prefirió arropar a su retaguardia. Entre tanto, Capelo y Fran se olvidaron de replegar y dejaron al chaval Juande sólo ante las embestidas de Vicente y Agus, que encontraron allí una autopista. Menos mal que llegó el descanso.

En la reanudación, La Solana entró en escena con un pequeño arreón. Pero el Daimiel era una roca y, cuando hacía falta, Astilleros resolvía, sobre todo en los balones aéreos. Definitivamente, no era un partido para ganarlo jugando al fútbol, como quería Ángel Izquierdo, sino utilizando otras armas. El problema es que no hubo plan B y una vez más los blancos volvieron a sentirse cómodos en el intercambio de golpes. En uno de esos balones largos, Naranjo encara a Araque y éste le derriba tras un hábil recorte. Penalti claro. Pero Huertas adivina la intención de Iván y detiene el máximo castigo.

La jugada espoleó a los amarillos, que volvieron a tocar a rebato. Entró Míchel, fichado el viernes por la tarde, y en sus botas tuvo la victoria, pero Astilleros anduvo rápido y sacó una gran manopla a una vaselina que iba dentro. Los últimos minutos afearon el partido, en parte por que el Daimiel se conformaba con el empate y aprovechó cualquier lance para arañar segundos al cronómetro. Carso error, por que era un partido que La Solana, tácticamente, no podía ganar nunca. El hecho de que Rafa Cortés no diera noticias en todo el encuentro, ilustra lo escrito. Mientras, el Daimiel siempre creaba peligro en sus proyecciones a la contra, máxime cuando los tres defensas amarillos ya tenían tarjeta.

Por alguna razón, a los visitantes les dio vértigo ganar. Tal vez vaya en el ADN de su entrenador.

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