Aurelio Maroto

         La peña Taurina “La Solanera” solazó a su masa social con una rica comida campera, como manda la tradición. La mayor parte de los socios de la veterana peña se dieron una vuelta por el chiringuito-bar “El cocodrilo” para disfrutar de una jornada gastronómica en la que no faltó de nada. Durante todo el día, se mezcló el consumo de las viandas más variadas. Fueron cocinadas tres grandes sartenes de caldereta, y preparadas docenas de platos de aperitivos regados con todo tipo de bebidas. Y entre tanto, se hablaba de toros en improvisadas tertulias.

La peña atraviesa un buen momento, con un número de socios que se mantiene y la realización de viajes, aunque menos de los que quisieran por razones económicas, según reconoció a la prensa local el presidente, Diego Velasco.

         Sin embargo, subyace en el ambiente cierto pesimismo. La fiesta languicede en España, y también en La Solana. Los aficionados de siempre no se engañan. Creen que los toros atraviesan un momento delicado. Es un espectáculo caro de organizar y la afición no se renueva. Excepto en casos contados, la mayor parte de las poblaciones se las ven y desean para mantener los toros en sus ferias, y mucho más para colgar en sus carteles a las grandes figuras. Hay demasiado cemento en los tendidos y organizar festejos se ha convertido en un lujo demasiado costoso para Ayuntamientos con los bolsillos vacíos, como vacíos los tienen también muchos ciudadanos.

Diego Velasco, que lleva toda su vida viendo y viviendo la fiesta, ve la botella medio vacía “como dice Antonio Molina: el futuro es muy oscuro”. Existe la dicotomía de si no hay afición por que no hay buenos carteles y buen ganado, o si no hay buenos carteles y buen ganado por que no hay afición. Quizás sea más lo segundo que lo primero “no podemos exigir a ningún empresario con la poca afición que tenemos”.

No está de más recordar que el año que viene hay que sacar el pliego de arrendamiento del coso de la calle Alhambra. Veremos.