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         Aurelio Maroto

         Doce años deambulando por el mundo con las mazas y el monociclo a cuestas. Así es la vida de Nils Müller, un joven alemán con alma de malabarista que desde hace algún tiempo recorre España con su espectáculo “Nilsynils”, una suerte de ejercicios malabares que termina con un paseo a lomos de su monociclo de tres metros de altura sobre el que se come una manzana a golpes de piruetas. A todo esto le añade la voz, ya que no para de hablar con el público, al que motiva con sus historias y que también participa activamente en algunos de sus juegos.

         Comenzó en Australia y su mejor escuela ha sido la calle, como él mismo reconoce “he aprendido en la calle y poco a poco he ido mejorando”. Lo suyo es vocación circense y siempre tuvo claro lo que quería hace, y cómo quería hacerlo “me gusta recorrer el mundo, conocer a gente, aprender nuevos idiomas; es algo muy bonito”. Eso sí, admite que su trabajo es inestable y que la crisis actual le está afectando, pero no se plantea cambiar de vida. Además, va modificando su espectáculo sobre la marcha “para no aburrirme ni aburrir al público”.

         A pesar de su juventud, y con un español casi perfecto, Nils Müller es uno de esos personajes nómadas, con un poco de romántico y mucho de aventurero, que necesitan la libertad de moverse por el mundo sin más ataduras que las que él mismo se ponga. Su paso por la Plaza Mayor de La Solana deleitó a grandes y mayores, que se agolparon para verle actuar en un marco que él mismo tildó de fantástico “es maravilloso actuar en una plaza como esta”.

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