Imprimir 

La Solana-Villarrubia panorámica

La Moheda registró la mejor entrada de la temporada, con mil espectadores largos                                                                   Foto: GACETA

              Aurelio Maroto

            No lloréis, el cielo se gana con partidos así. La Solana cayó ante el Formac Villarrubia (0-1) con infortunio, pero sobre todo con honra. Los mil espectadores reunidos (la mejor entrada de la temporada, y ya es decir) no fueron suficiente para frenar a un rival hecho para jugar play-off. Un gran equipo, sin duda. Pero hubo algo donde el dinero no llega, y fue el ambiente de fútbol y la comunión equipo-afición, que volvió a ser excelsa. El aura de La Moheda no se puede comprar. Se tiene o no se tiene.

            Los amarillos, tantas veces taciturnos y enredados en su propia depresión esta misma temporada, son ahora un equipo fiable, con empuje y capaz de asaltar cualquier banco. Es muy posible que Juan Manuel Mazzocchi sueñe con aquella ocasión. Esa asistencia de gol de David Sevilla. Quiso perfilarse con su pierna buena y Manolo no se podía creer cómo su portería seguía a cero. Nadie sabe qué hubiera pasado después. Quedaba mucho aún. Sin embargo, huele a que media salvación estaba allí, en esa jugada.

Luego llegó la monumental pitada a Javi Grillo cuando fue sustituido, durísima, quizás por la forma en que se marchó. Y poco después el gol de Arroyo, un certero cabezazo en el único agujero de la defensa amarilla, que hizo un trabajo enorme durante todo el partido.

La Solana-Villarrubia jugada

 

Hasta ese momento, el partido había sido muy táctico, sin brillo futbolístico. El Villarrubia prefirió sacrificar la vistosidad, sabía dónde venía y era mejor no desnudarse mucho atrás. Un tal Fuentes andaba suelto. El teresiano pudo liarla un par de veces y Rui sufrió lo que no está escrito, pero unas veces Manolo y otra la puntería evitaron el gol.

Carlos Gómez jugó con defensa de cuatro y tenía dos bajas importantes, Diego Sevilla y Juan, que decidieron irse de puente. Dio igual. Copete y Diop no la olieron en la primera mitad, que acabó con empate a cero.

Salió mejor el Villarrubia en la reanudación, forzando varios saques de esquina y alguna falta peligrosa, sin éxito. En estas llegó la gran ocasión de Mazzocchi, sólo a un palmo de Manolo. La Solana creía en la victoria y la afición apretada con el equipo. David se había subido a la chepa de Goliat. Pero entonces llegó el mazazo de Arroyo, que no atemperó los ánimos, antes al contrario, aunque sí el juego. Los blanquiazules durmieron el partido y procuraron no dar concesiones, aunque aún hubo un par de acercamientos peligrosos sobre la meta de Manolo, más con corazón que otra cosa.

El pitido final provocó la lógica explosión de júbilo de los visitantes y la entrada a vestuarios fue de todo menos tranquila. Hubo cruce de reproches entre jugadores, varios de ellos solaneros de uno y otro equipo. Pero cada uno es muy libre de decidir cómo celebrar, y también de abrirse o cerrarse puertas en el futuro. Cada cual usa su inteligencia como le viene en gana.

Esta derrota no construye nada, pero tampoco destruye mucho. La Solana sigue fuera del descenso y depende de sí misma. Carlos Gómez llegó a la sala de prensa disgustado, pero menos que otras veces. Ve cómo se aplica el equipo y siente que el camino es el correcto. “Estamos compitiendo bien, que es lo importante, tenemos que estar tranquilos y confiados porque el trabajo que estamos haciendo es bueno”.

Usamos cookies para mejorar su experiencia en nuestra web. Más información en: Guía de uso de las cookies.

  Acepto el uso de las cookies en este sitio.