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La ciudad

Javier León - copiaJavier León                                                                                                                                                                          Foto: GACETA

 

             Aurelio Maroto

 

‘Luciérnagas en verano’ era un reto y aún lo sigue siendo. El nuevo cortometraje dirigido por el joven cineasta solanero Javier León ya está rematado. Reto conseguido. Falta la parte de promoción y visualización, que está en marcha. El corto está saltando de festival en festival en busca de hacerse un hueco, aunque aún no ha tenido su particular premier. Será este viernes, día 13 de abril, en el auditorio del Palacio Don Diego cuando se celebre el preestreno oficial de la cinta. Habrá dos pases, a las 8,30 y a las 9,30, y las entradas, gratuitas, se pueden recoger en la Oficina de Turismo.

 

Un momento esperado que Javier León espera con impaciencia. "He tenido a mi cargo cincuenta personas que han trabajado duro y los he visto emocionarse”. Cree que el éxito del trabajo radica en la ilusión de ese pequeño batallón de actores, muchos sin ninguna experiencia en el cine. “Me daba igual que tuvieron experiencia o no, sólo tuve en cuenta su aspecto físico para cuadrar personajes y a partir de ahí ver cómo actuaban”.

 

La génesis de ‘Luciérnagas en verano’ se sitúa en un artículo que leyó sobre la Segunda Guerra Mundial. La historia le impactó y se le encendió la bombilla. Decidió adaptarla a la Guerra Civil Española, aunque sólo en materia de ambientación. “Es una historia dentro de la historia que evitalos roles de bandos”. Un relato basado en hechos reales con un guión novelado que intenta llegar al corazón. “Las personas que han montado el corto conmigo han llorado”. En todo caso, lo ve como una oportunidad para visualizar los horrores de una guerra, sea la que sea.

 

Hicieron falta meses de búsqueda para encontrar las localizaciones, a ser posible cercanas. Encontró un rincón ideal en la aldea de El Lobillo para rodar escenas de guerra y otro en la carretera de San Carlos del Valle para ambientar las trincheras. También se utilizó la ermita de San Antón, a un par de kilómetros de La Solana, para filmar una boda.

 

El vestuario y el maquillaje han corrido por cuenta del propio elenco y dos amigas personales del director, muy agradecido a todos cuantos han arrimado el hombro en esta aventura. “Han puesto lo mejor de sí”. Al margen de la interpretación, afirma que este cortometraje también ha crecido respecto a los anteriores desde el punto de vista técnico y de factura final. “Es el mejor trabajo que he hecho, sin duda”.

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