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Los agricultores piden agua para normalizar los cultivos             Foto: GACETA (archivo)

           Aurelio Maroto

Los agricultores solaneros miran al cielo un día sí y otro también. Dependen de los caprichos de un tiempo cambiante y últimamente bastante loco. Tras un otoño terrible por lo caluroso y lo seco, el comienzo del invierno ha suavizado el difícil momento que comenzaban a atravesar los cultivos. Ha llovido algo más y el día de Reyes incluso nevó. José Díaz-Cano, un experimentado viticultor, define el instante actual: “La situación ha mejorado, pero sólo de manera momentánea”.

Se dice que año de nieves, año de bienes, aunque puede ser engañoso. “Los herbáceos necesitan poco y veinte litros arreglan la cosa a corto plazo, pero la viña necesita llovidas más profundas, de 50 litros en adelante”. Y máxime en años donde los calores se adelantan en el tiempo, o se prolongan.

Lo hemos visto en el último otoño, con un septiembre huérfano de precipitaciones en La Solana, mientras que octubre y noviembre dejaron 26 y 25 litros, respectivamente, pero en llovidas súbitas de un solo día. Poca cosa para un año, 2017, que terminó con 287 litros, cantidad muy por debajo de la media de este siglo XXI, que es de 402 litros. Fue el cuarto año consecutivo con precipitaciones muy por debajo de los 400 litros, el umbral mínimo para considerar un año como normal a nivel hídrico. “Hemos vivido de las rentas y las rentas se están acabando” –sostiene-. “Si no caen 500 litros de vendimia a vendimia vamos a tener problemas”.

Las últimas lluvias han ayudado, sin duda, y también los últimos fríos. “Las heladas en invierno son buenas, sobre todo para la vid, porque contribuyen a que el letargo de la planta sea el correcto”. Y es que últimamente vemos cómo el buen tiempo está adelantando cosechas, para muchos consecuencia del llamado ‘cambio climático’ por la acción humana. José Díaz-Cano quiere creer que no se debe a la mano del hombre. “Me resisto a pensar en un cambio climático, creo que son ciclos más largos o más cortos en el tiempo”.

En cualquier caso, sólo un invierno frío y húmedo, y un inicio de primavera lluvioso paliarían el déficit acumulado. El veterano agricultor quiere ser optimista. “Tengo que serlo y confío en que este 2018 nos traiga agua en abundancia”.

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