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David Policarpo Ruíz Santa Quiteria Lara

           Aurelio Maroto

            El joven David Policarpo Ruíz Santa Quiteria Lara acaba de unirse al cada vez más amplio grupo de solaneros que escriben y publican. Su primera obra se llama ‘Silfra’, un poemario que ha logrado editar merced a una exitosa campaña de crowdfunding. A sus 29 años, plasma negro sobre blanco un relato poético libre, sin ataduras, parido una mañana frente al ordenador. “Recibí un mensaje de mi hermana Olga donde me habla de Silfra, un paraje de Islandia, una grieta natural provocada por algún terremoto y el único lugar del mundo donde se puede bucear entre dos continentes”, declara en una entrevista en Radio Horizonte. “Miro en Internet, veo una foto, conozco la historia y me emociona profundamente”, argumenta.

            El hecho de que esa grieta haga correr agua cristalina, incluso potable, inspira a David Policarpo, inmerso en un proceso de búsqueda interior. “Vi que esa grieta, esos choques y esos terremotos podía ser yo mismo”. Aún más, su hermana Olga nació con labio leporino, “una grieta en el labio que me hizo pensar que hay algo misterioso en esta historia”.

            El libro nació en ese instante, gracias a ese mensaje online. Y se decide a escribir con una facilidad que a él mismo sorprende. “Sólo me dejé llevar y aparecieron los poemas de una manera espontánea”. Pocas cosas en la vida de David Policarpo no lo son, como él mismo admite. “No soy una persona demasiado racional, ni en mi vida ni en la escritura”. Por eso aclara que este poemario no es para comprenderlo, sino para sentirlo. “Es una invitación a soltar nuestra forma de pensar, a conectar con la vida, a ser uno mismo”.

Silfra portada del poemario

 

            Portada del poemario

            Silfra está recién editado, tanto en papel como en redes. La campañaha permitido financiar el proyecto y su autor siente una enorme gratitud. “He recibido tanto cariño de la gente, sobre todo de La Solana, que estoy feliz de haber llegado hasta aquí”. En ese viaje interior del que nos habla, el libro también le ha permitido encontrarse con un mundo maravilloso que conocía sin conocer. “Sólo tienes que abrirte a la gente, sin juzgar ni interpretar tanto; ahora estoy conociendo de verdad al panadero o a la peluquera de siempre”. Su familia, por supuesto, también ha sido clave en esta transformación. Sus padres, Ángela y Agustín, sus hermanas Ana Cristina y Olga… “He encontrado una comunicación que antes no existía”.

            A los 23 años salió de La Solana para iniciar estudios en Granada, justo después de una relación recién rota. Nunca había estado solo y su pequeño universo se derrumbó. Fue entonces cuando se refugió en el mundo intelectual, leyendo con glotonería y buceando en documentales y vídeos para intentar encontrar su alter ego. Cogió una mochila y se fue vivir a un bosque con una amiga. Varias experiencias le permitieron conectar con su interior más recóndito. “Ahí me di cuenta que no tengo idea de nada, que las personas creemos que sabemos mucho cuando no sabemos casi nada”.

            Luego vivió en Cantabria, más tarde en Algeciras y finalmente en Barcelona. En la Ciudad Condal advirtió por fin que necesitaba volver a casa, a sus raíces. Regresó a La Solana con ilusión y temor a la vez. “Al principio iba por la calle con los cascos puestos, sin mirar a la gente”. Pero poco a poco se fue abriendo, entre otras cosas gracias a la muleta de sus padres.

            David Policarpo está a punto de presentar su libro, Silfra, en cuya portada se dibuja un corazón con una grieta en medio. Ese corazón comenzó a latir en la lejana Islandia.

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