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La Solana no supo estar a la altura de su afición                                                                                                         Foto: GACETA

          Aurelio Maroto

La Solana: Manolo, Sancho, Juan, Manuel, Juli, Jesús Bueno, David Sevilla, Almarcha, Mini, Crístofer y Naranjo. En la segunda parte salieron Raúl y Capelo.

Manzanares: Monreal, Joaquín, Pacheta, Carlos, Morales, Josema, Sergio, Noel, Carlos Arroyo, Pasquali y Edu Corrales. En la reanudación salieron Josevi, Andrés y Roberto.

Árbitro: Valencia Díaz Medino. Amonestó a los locales Manuel, Naranjo y Sancho, y a los visitantes Noel, Joaquín, Carlos

Goles: 0-1 m.62 Pasquali dispara y Juan desvía la trayectoria para sorprender a Manolo.

Incidencias: Ambientazo en La Moheda, con cerca de 1.000 espectadores. Hizo el saque de honor el periodista Paulino Sánchez, recién jubilado, tras más de cuarenta años haciendo crónicas del CF La Solana y siendo socio. El presidente le entregó una placa de reconocimiento a su labor.

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Paulino Sánchez hace el saque de honor en el merecido reconocimiento del club y de la afición                         Foto: GACETA

Comentario: El Manzanares frenó en seco a La Solana con un gol de rebote y se alió con la diosa Fortuna de una manera evidente para salir victorioso de La Moheda. Premio excesivo, sin duda, para un equipo que propuso lo justo arriba y la jugada le salió redonda. Hasta ahí, un relato real como la vida misma, pero incompleto.

            El espléndido arreón final de los amarillos recetando veinte minutos finales plenos de energía, fútbol y ocasiones de gol, incluidos dos balones al palo, acabó siendo un canto de cisne. El mal ya estaba hecho. Hasta que Pasquali incendió La Moheda con un disparo en semifallo que rebotó desgraciadamente en Juan y entró, La Solana había sido un equipo medroso y preocupado más de cerrar espacios atrás que de abrirlos arriba.

Mal negocio para alguien que salta a su propio campo como líder y ante mil almas deseosas de verles en acción. Naturalmente, excelente negocio para un Manzanares que se sintió cómodo hasta el extremo en ese escenario viendo como el perro no venía a morderle. Por eso la primera parte fue un tostón de los grandes. Nadie quería hacerse daño y la afición se contagió del silencio que su equipo exhibía sobre la hierba.

Buenos ejemplos de que La Solana no quería exponerse es que Crístofer trabajó más en defensa que en ataque. O que David Sevilla y Mini apenas se asomaron al área. Tan sólo Naranjo sacaba algo de petróleo en el juego de espaldas, provocando alguna falta que otra. Poca cosa. El equipo no apretaba ni se asociaba con acierto, dando demasiado protagonismo a los centrales como muletas para proyectarlo arriba.

Y mientras, el Manzanares se defendía con orden, bien dirigidos por el solanero Josema en el medio volante y las ayudas generosas de atacantes como Carlos Arroyo o Sergio Madrid. También el ex-amarillo Edu Corrales trabajó bien por banda.

La primera parte acabó con una sola ocasión para cada equipo, eso sí muy claras. La primera en un centro de Crístofer que David Sevilla no remata bien cuando estaba completamente solo en el punto de penalti. Y la segunda, tras una pérdida del propio Crístofer que no fue gol de milagro.

Nada cambió en la reanudación, excepto que el Manzanares pareció dar un paso adelante. Carlos Julián siguió tirando la presión muy arriba y provocó que La Solana siguiera clavada en el intento de salida en ronda de pases, acumulando imprecisiones en los envíos. Los visitantes comenzaron a acumular saques de esquina y faltas laterales. También alguna ocasión, como un cabezazo de Sergio que detuvo Manolo y un disparo envenenado de Edu Corrales. En una de esas llegó el afortunado 0-1.

Quedaba casi media hora y La Solana tocó a rebato. Un zafarrancho lógico ante una situación desesperada. Entró Raúl, entró Capelo y los amarillos mejoraron sus prestaciones en la zona ancha, dando por fin sentido al juego. A ello se añadió eso que en fútbol es simplemente decisivo: el empuje. Manuel comenzó a ser un puñal por el costado zurdo, Mini apareció más por el derecho y David Sevilla entró definitivamente en escena. Un disparo al palo de Juan, un cabezazo de Naranjo que sacó Monreal in extremis, un libre directo de Capelo que también salvó el meta, otro palo de Naranjo… Demasiada mala suerte. Demasiado tarde.

Al término del partido, Manolo Sancho dejó claro que no quería dejar grietas y que prefería no abrir el campo para mantener a raya al adversario. A partir de ahí, esperar a que llegara su oportunidad. Eso está muy bien, pero no cuando defiendes el liderato y juegas ante tu gente a campo lleno. Hay que proponer algo más, hay que arriesgar algo más, hay que moverse más rápido, no al tran tran, y buscar la presión más adelante. Todos entendían el respeto a un buen equipo como el Manzanares, pero muchos no acabaron de comprender esa puesta en escena tan conservadora, casi asustadiza. Quizás haya servido de lección.

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